Materiales que puedes consultar para estudiar la materia:
Técnicas de estudio
EL RESUMEN
(Fuente: CNICE. En: http://recursos.cnice.mec.es/lengua/profesores/eso1/t4/teoria_4.htm)
I. Concepto, errores y habilidades
El buen estudiante debe
leer muchos textos, lo que le obliga a mejorar sus habilidades lectoras, pero
no basta con saber leer. En muchas ocasiones tenemos que reducir todo lo que
hemos leído a las ideas básicas y para ello debemos utilizar un lenguaje muy
personal.
Resumir un texto consiste
en expresar las ideas fundamentales con la menor cantidad de palabras posibles.
No es posible que hagamos un buen resumen si previamente no hemos subrayado el
texto.
1.
Errores más frecuentes a la hora de resumir
un texto
A.
Eliminar exclusivamente las palabras de nexo o unión.
B.
Resumir a la vez que estamos leyendo el texto, sin hacer una
lectura previa.
C.
Resumir sin haber comprendido el texto.
D.
Añadir informaciones que conocemos de memoria.
E.
Utilizar muchos colores diferentes en el subrayado previo a un
resumen, con lo cual dificultamos las sucesivas lecturas que hagamos del texto
resumido.
2.
Habilidades necesarias para resumir
A.
Comprender el texto que se está leyendo y obtener una idea de cada
párrafo.
B.
Subrayar las ideas fundamentales. Por lo menos una por párrafo.
C.
Leer el texto subrayado para buscar el sentido.
D.
Utilizar un solo color para no favorecer la distracción en la
lectura posterior del resumen.
[^]
II. Cómo se elabora un resumen
1. Añadir
notas y comentarios en los márgenes del texto. Utiliza tus propias palabras
para sintetizar lo que el autor dice en el texto, porque siempre las recordarás
mejor. A la vez que utilizas unas palabras propias te obligas a un ejercicio
mental de analogía donde interviene, junto con las palabras que utilizas, la
imagen mental que la representa. Y recuerda que siempre se retiene mejor lo que
memorizaste a través de dos canales, el visual y el audioverbal.
2. Seleccionar
las palabras claves, que son aquellas sin las cuales el texto pierde todo el
sentido y a partir de las cuales podemos recuperar una buena parte de las
afirmaciones que queremos recordar.
3.
Utilizar diferentes tipos de grafismos:
A. Flechas
que relacionan unas ideas con otras
B. Introducir
números en las sucesivas afirmaciones que haga un texto.
C. Señalizar
con globos las palabras claves a partir de las cuales se suceden afirmaciones
que podemos numerar o seriar con letras, según la naturaleza del texto.
D. Utilizar
un mismo color para las ideas que están en el mismo plano de importancia.
Recordamos que no conviene acumular muchos colores en un mismo texto, pues
puede dificultar las lecturas que luego hagamos del texto resumido.
E.
Utilizar todos los signos de puntuación para aclarar ideas en otro
momento. Así, por ejemplo, podemos utilizar el signo de interrogación para las
palabras que desconocemos, el de admiración para las que nos sorprenden, etc.
4. Utiliza un
criterio personal a la hora de resumir un texto: Puedes utilizar el propio
orden de exposición que el texto proporciona, o decir cuál te conviene mejor.
Por ejemplo, ir desde lo más importante a lo secundario o de lo general a lo
particular.
[^]
III. Decálogo para hacer un buen
resumen
1.
Resume las ideas importantes de un texto. Una por párrafo.
2.
Apóyate en las afirmaciones positivas.
3.
Escribe con tus propias palabras, en los márgenes del texto, los
conceptos fundamentales.
4.
Numera las ideas que suceden a cualquier palabra clave.
5.
Utiliza aquellos signos que beneficien las relaciones entre ideas
dentro de un mismo texto.
6.
Señala siempre las definiciones que contenga cualquier texto.
7.
Evita utilizar en el resumen las explicaciones que los autores
hacen de sus propias definiciones. Utiliza preferentemente analogías elaboradas
por ti.
8.
No subrayes con muchos colores un texto. Es preferible que
utilices diferentes tipos de trazado.
9.
Guarda el resumen con el orden de exposición que hayas elegido. Lo
podrás utilizar tantas veces como lo necesites.
10.
Un texto está bien resumido si ocupa una tercera parte del texto
original.
TÉCNICAS DE LECTURA
I.
Lectura de barrido (Scanning)
II.
Lectura de saltos (Skimming)
III.
La Enciclopedia
IV.
EL DICCIONARIO
I. Lectura de barrido (Scanning)
Una de las actividades habituales que un
estudiante realiza al consultar una enciclopedia es la localización de la
información buscada. Las enciclopedias y los diccionarios enciclopédicos te
ofrecen una idea general sobre el tema objeto de estudio y corresponde al
lector hacer un trabajo de rastreo y búsqueda de los datos necesarios. A este tipo
de lectura rápida y que desliza los ojos por encima de todos los párrafos hasta
localizar la palabra, el autor o la referencia buscada, se denomina en inglés “scanning”,
que quiere decir rastreo de la información dentro de un conjunto de datos.
El scanning es una técnica que
consiste, más que en leer propiamente, en hacer una lectura deslizando la vista
a través de las líneas con movimientos uniformes, hasta que los ojos hallen el
dato buscado.
II. Lectura de saltos (Skimming)
Existe otro tipo de lectura, denominada en
inglés “skimming” que también realizamos cuando buscamos información en
una enciclopedia y que podemos traducir como lectura a saltos. Primero leemos
el título, luego el subtítulo, de ahí saltamos al pie de foto de la ilustración
porque queremos conocer de qué lugar se trata, volvemos al artículo de la
enciclopedia y leemos el inicio y por último nos detenemos en las conclusiones
finales.
III. La Enciclopedia
Con el nombre de enciclopedia se han
editado diferentes tipos de libros que variaban según su finalidad y volumen de
información. Así nos encontramos:
Las enciclopedias escolares que contienen
los conocimientos esenciales de la cultura y el arte. Suelen ser presentados en
un solo volumen y sus temas están ordenados alfabéticamente. Así, por ejemplo,
tenemos la enciclopedia de la editorial Anaya.
Las enciclopedias universales, que
contienen un amplio y voluminoso repertorio de la cultura de todos los tiempos,
se caracterizan por el abultado número de volúmenes con que se presentan. La
más conocida es la Enciclopedia Universal
Ilustrada europeo-americana editada por
Espasa-Calpe. Tiene 72 volúmenes y más de 10 apéndices y de 21 suplementos. A
nivel internacional la más conocida es la Enciclopedia Británica que, ya en la edición de 1988, presentaba 20
volúmenes.
Los diccionarios enciclopédicos contienen
menos información en cada artículo, pero a diferencia de las grandes
enciclopedias, su información es más manejable y actual. Se reeditan con más
frecuencia y existen varias versiones de los mismos que varían según el número
de volúmenes. Así, por ejemplo, de la Nueva enciclopedia Larousse existen dos versiones de 10 y 20 volúmenes. Otros diccionarios
enciclopédicos de prestigio son Salvat 4, Diccionario enciclopédico Salvat Universal, etc.
Los textos escolares durante algún tiempo
fueron considerados Enciclopedias. Así han existido: Enciclopedia Álvarez, Nueva Enciclopedia Escolar de Hijos de
Santiago Rodríguez, Enciclopedia Hernando, Enciclopedia Activa de Grado Superior, Nueva Enciclopedia
Escolar, Enciclopedia Práctica, Enciclopedia Estudio, etc.
Hoy en día existen otras
fuentes de documentación enciclopédicas cuyos soportes son audiovisuales o
informáticos y cuya finalidad es proporcionar un conocimiento enciclopédico de
la cultura humana y de la actualidad. Entre otras nos encontramos:
Enciclopedias en CD.ROM (Encarta, Planeta Agostini, etc.), teletexto, Internet.
IV. EL
DICCIONARIO
I.
Introducción
Un diccionario es un soporte material
(con el desarrollo de las nuevas tecnologías, ha dejado de ser sólo un libro)
que contiene las palabras de un idioma, colocadas en orden alfabético, con la
correspondiente explicación de sus significados.
Ahora bien, un diccionario no sirve para siempre y cada persona ha de
cambiar de diccionario cuando la edad y las nuevas necesidades de consulta aparejadas
a ésta, así lo requieran. La lengua, por otra parte, está cambiando
continuamente y de nada nos serviría consultar un diccionario de la época de
nuestros abuelos, por ejemplo, para localizar la palabra fax porque no la hallaríamos.
Existen muchos diccionarios diferentes que nos resuelven todo tipo de dudas
y nuestro objetivo fundamental como estudiantes ha de ser conocer toda su
variedad y recurrir al más adecuado de acuerdo con nuestras necesidades.
II. ¿Cómo consultar el diccionario?
1. Sólo interesa la palabra que se busca. Hay que prescindir, pues, de todo lo demás: gráficos, ilustraciones, etc.
2.
Buscamos la letra por la que empieza el
vocablo que constituye el objeto de nuestra pesquisa. Luego, localizamos las
páginas donde están todas las palabras que empiezan por las dos primeras letras
del término que queremos averiguar.
3.
Deslizamos la vista por encima de las
palabras a la mayor velocidad posible, sin detenernos a leer, hasta que
lleguemos a la que buscamos.
4.
Una vez localizada la palabra, tengamos
presente que, generalmente, cada una de ellas suele tener varias acepciones.
Debemos leerlas todas con atención y localizar aquélla que nos interesa según
el contexto en que queremos emplear dicho término.
Los diccionarios constan de artículos, que son unidades gráficas limitadas por espacios en blanco y encabezadas
por una palabra en negrita. Cada artículo presenta la siguiente estructura:
Entrada o lema. Es la palabra que encabeza el artículo.
Suele aparecer en letras negritas.
Etimología. Especifica el origen de la palabra.
Información gramatical. Explicación sobre la clase de palabra y
sus accidentes gramaticales.
Definición. Explicación del significado de la
palabra.
Numeración. Número en negrita correspondiente a las
diferentes acepciones.
Acepciones. Otros significados que puede tener una
palabra.
Ejemplos. Muestra del uso de la palabra en un
contexto determinado.
En alguna ocasión puede que hayas tratado de localizar una palabra en el
diccionario y no la hayas encontrado. Las normas generales para la utilización
del diccionario que te ofrecemos a continuación pueden ayudarte a que tu
búsqueda resulte provechosa:
1.
Si la palabra posee terminación femenina,
busca la palabra con terminación masculina.
2.
Si el vocablo es plural, localiza la
palabra con su terminación de singular.
3.
Los verbos se encuentran por su forma de
infinitivo.
4.
Los diminutivos, aumentativos y
superlativos no figuran en el diccionario, salvo el caso en que tengan acepción
especial que merezca ser notada; por lo tanto, hay que localizar la palabra de
la que derivan.
5.
Tampoco se incluyen todos los adverbios en
-mente, por ser de formación fácil y a menudo ocasional, por lo que has de
recurrir a la palabra de la que proceden.
6.
Las expresiones formadas por varios
vocablos, como las frases hechas, las locuciones, etc., van colocadas en el
artículo correspondiente a una de las palabras de que constan, por este orden
de preferencia: sustantivo o cualquier palabra usada como tal, verbo, adjetivo,
pronombre y adverbio. Se exceptúan los sustantivos persona y cosa cuando no son parte invariable de la
expresión, y los verbos usados como auxiliares.
7.
Los nombres propios no se hallan en los
diccionarios de la lengua, pero sí en los enciclopédicos.
8.
Las palabras compuestas se localizan por
el primer vocablo de la composición.
9.
Las palabras con prefijo se buscan a
partir del término de origen.
10.
Las expresiones latinas que se emplean en
nuestra lengua las puedes encontrar por el primer término de las mismas.
Existen varias clases de diccionarios que se diferencian unos de otros por
sus peculiaridades.
Los más usuales son los llamados monolingües, pues contienen las palabras o expresiones más representativas de una sola
lengua. Por ejemplo:
1.
Diccionario de la lengua
española (Real Academia
Española. Espasa Calpe. Madrid, 1992). Contiene 85.000 vocablos puestos al
día, con 12.000 acepciones añadidas y definiciones modificadas.
2.
Diccionario de uso del
español (María Moliner.
Gredos. Madrid). Informa sobre qué hacer con las palabras, qué otras afines
pueden utilizarse, cómo resolver dudas, buscar sinónimos y antónimos.
3.
Diccionario del argot
español (Víctor León.
Alianza, Madrid, 1992). Un diccionario sin normativa discriminatoria.
Incluye vulgarismos, neologismos, voces jergales y coloquiales, además de
expresiones de uso familiar.
4.
Diccionario de expresiones
malsonantes del español (Jaime Martín. Istmo.
Madrid, 1979). Contiene más de 1.200 voces malsonantes tomadas de fuentes
orales: insultos, expresiones groseras, obscenas...
5.
Diccionario de frases
hechas (Margarita Candón y Elena Bonnet. Anaya
y Mario Muchnik. Madrid, 1994). Nueva edición, corregida y aumentada, de
esas frases que solemos usar y de las que, a menudo, desconocemos su origen o,
incluso, su sentido.
6.
Diccionario de sinónimos
y antónimos (Espasa Calpe. Madrid, 1994).
Práctico diccionario que incluye más de 18.000 voces para que escribir o hablar
no se convierta en usar muchas veces un repertorio reducido de palabras.
7.
Breve diccionario etimológico
de la Lengua Castellana (Joan Corominas.
Gredos. Madrid). Diccionario imprescindible para conocer el origen de las
palabras de nuestro idioma.
8.
Diccionario de dudas
y dificultades de la Lengua Española (Manuel Seco. Espasa Calpe). Registra las vacilaciones, los neologismos no
estabilizados, las dificultades morfosintácticas normales, los vulgarismos...
Hay otros diccionarios, los llamados bilingües, que están escritos en dos idiomas para
facilitar la traducción y manejo de una lengua distinta a la materna.
Cuando las palabras que figuran en el diccionario pertenecen sólo a un área
científica o cultural muy concreta, hablamos de diccionarios técnicos o especializados, en los que encontraremos los significados determinados que una palabra
tiene dentro de un área concreta: diccionario de Lingüística, de Literatura, de
Botánica, etc.
Otros diccionarios organizan las palabras en temas generales que se van
dividiendo en subtemas más concretos, según su orden de importancia. De esta
índole son:
1. Diccionario ideológico de la lengua española (Julio Casares. Gustavo Gili. Barcelona, 1959).
Consta de tres partes: en la primera viene una clasificación de la realidad en
campos semánticos; la segunda es ideológica, reúne numerosos términos en torno
a los conceptos fundamentales; la tercera es alfabética y nos brinda la
definición de cada palabra.
2. Diccionario de refranes (Luis Junceda. Espasa Calpe. Madrid, 1996).
Divertida recopilación de más de 3.500 refranes comentados. Un índice temático
(amor, comida, dinero, muerte, mujer, religión, vejez, etc.) permite conocer
los dichos y sentencias más usuales y peregrinos sobre todas las cuestiones.
Hay otro tipo de diccionarios que se distinguen de los anteriores en que, a
las informaciones lingüísticas, añaden las culturales y científicas. Son los diccionarios enciclopédicos
(Espasa Calpe, Larousse...). Además de las voces comunes, incluyen
nombres propios y suministran información sobre ellos.
Sobre cualquier tema existen magníficos diccionarios que, con su práctica
organización alfabética, y con su estilo conciso y condensado, permiten la
fácil y rápida consulta: cine, cómic, arte, arquitectura, filosofía, historia,
literatura, economía, religión, política, ecología, tecnología, astronomía,
música, Biblia, mitología... Son los diccionarios
temáticos, entre los que proponemos como ejemplo el
siguiente:
· Guía de lugares imaginarios (Alberto Manguel y Gianni Guadalupi. Alianza. Madrid,
1992). Recoge todos los reinos soñados que forman parte de la historia de la
literatura. Más de 600 obras literarias consultadas han permitido construir
esta geografía imaginaria y fascinante que incluye más de un centenar de mapas,
planos e ilustraciones.
VI.
Velocidad y comprensión lectora
La amplitud del vocabulario personal permite una identificación mayor de las palabras y frases y, por tanto, una mayor comprensión y velocidad lectoras. Una palabra desconocida exige prestarle más atención y, por tanto, se corta el ritmo de lectura. Hacer uso de un buen diccionario e introducir las palabras nuevas aprendidas en la conversación y en los textos escritos ayudará a fijarlas y a enriquecer nuestro modo de expresión.
La lectura es, sin duda, la actividad de mayor importancia en el estudio.
La persona que lee bien -es decir, que lo hace a una velocidad adecuada y
además comprende lo que lee-, tiene una gran ventaja en su labor de estudio.
Las posibilidades de mejorar en la lectura, en su doble aspecto de mayor
velocidad y comprensión, son prácticamente ilimitadas. La capacidad lectora se
adquiere con la práctica: se aprende a leer bien, leyendo.
Con el fin de ampliar el campo de lectura, es decir, el número de palabras
que podemos abarcar en una sola fijación de la vista, conviene practicar todos
los días el siguiente ejercicio:
1.
Emplear un libro de lectura fácil o una
columna de texto de cualquier periódico o revista que resulte agradable.
2.
Leer a la mayor velocidad posible, pero
solamente las primeras y las últimas palabras de cada línea.
3.
Forzar los ojos, tratando de abarcar cada
vez un mayor número de palabras de un solo golpe de vista, hasta que seamos
capaces de leer normalmente una línea del libro de lectura en tres o cuatro
fijaciones.
Utilizar cada día
páginas distintas del libro o columnas diferentes del periódico o revista.
(Fuente: CNICE. En: http://recursos.cnice.mec.es/lengua/profesores/eso1/teoria.htm)
REALIZACIÓN DE ESQUEMAS
Esquemas
Para ser un buen estudiante se debe saber
realizar esquemas. El esquema es una herramienta de trabajo que facilita el
acceso a una gran cantidad de información.
Para que un esquema sea eficaz debe
relacionar en orden lógico las ideas principales con las ideas secundarias, de
manera que con un golpe de vista se perciban las relaciones.
1. Ventajas de elaborar
esquemas:
A. Posibilita ordenar las
ideas de un texto, literario o no literario.
B. Permite visualizar, en
un solo golpe de vista, la estructura de un texto.
C. Facilita la formación de
imágenes mentales, que benefician el recuerdo.
D. Favorece el aprendizaje
porque, a la vez que ordena la materia de estudio, la estamos aprendiendo y
memorizando.
2. Habilidades necesarias
para elaborar esquemas:
A.
Leer comprensivamente, que supone saber:
a.
Dividir un texto en unidades pequeñas
b.
Reconocer estructuras textuales y aplicarlas a otros textos
c.
Captar analogías entre situaciones similares.
d.
Determinar lo que el autor se propone con ese texto.
B.
Subrayar, que obliga a:
a.
Trazar una raya debajo de las ideas principales y otra debajo de las ideas
secundarias
C.
Resumir, que supone saber:
a.
Sintetizar, es decir, ordenar jerárquicamente.
b.
Reconocer las palabras claves de un texto, es decir, aquellas que
determinan mejor las ideas de un texto, sin necesidad de recurrir a frases más
largas.
3. Cómo se elabora un esquema
A. Se debe realizar una
lectura global del texto para hacernos una idea del tema y extraer algunas
ideas generales del mismo.
B. Después se debe realizar una lectura analítica, donde buscaremos las ideas principales de cada párrafo. Generalmente suele haber sólo una idea principal por párrafo. Conviene que cuando la descubras, subrayes en el mismo texto las palabras que la definen, de tal manera que leyendo sólo lo subrayado tenga sentido la lectura que obtengas. Procura subrayar sólo lo que se afirme, porque cuando se niega algo suele ser generalmente para afirmar después lo contrario.
C. Durante la lectura analítica se debe comprender la mayoría de las palabras. Si se encuentran algunas palabras que no se entienden y que dificultan la comprensión del texto, se debe buscar en el diccionario su significado antes de continuar.
D. A la vez que leemos debemos subrayar las ideas principales y las ideas secundarias. Se pueden utilizar colores en el subrayado porque facilita distinguir unas ideas de otras. Otra técnica consiste en distinguir las ideas principales de las secundarias por el número de trazos, de tal manera que con un trazo se señalan las secundarias y con dos trazos las principales.
E. Finalmente se reduce a conceptos breves o palabras claves lo esencial del tema. Para ello se puede recurrir a la técnica de rodear con un círculo la palabra clave o la frase que resume el sentido del texto. También se puede realizar un subrayado más intenso sobre los conceptos fundamentales.
F. Ahora se necesita volcar toda esa información en un esquema. Para ello existen varias técnicas, aunque todas ellas deben contener los mismos elementos:
B. Después se debe realizar una lectura analítica, donde buscaremos las ideas principales de cada párrafo. Generalmente suele haber sólo una idea principal por párrafo. Conviene que cuando la descubras, subrayes en el mismo texto las palabras que la definen, de tal manera que leyendo sólo lo subrayado tenga sentido la lectura que obtengas. Procura subrayar sólo lo que se afirme, porque cuando se niega algo suele ser generalmente para afirmar después lo contrario.
C. Durante la lectura analítica se debe comprender la mayoría de las palabras. Si se encuentran algunas palabras que no se entienden y que dificultan la comprensión del texto, se debe buscar en el diccionario su significado antes de continuar.
D. A la vez que leemos debemos subrayar las ideas principales y las ideas secundarias. Se pueden utilizar colores en el subrayado porque facilita distinguir unas ideas de otras. Otra técnica consiste en distinguir las ideas principales de las secundarias por el número de trazos, de tal manera que con un trazo se señalan las secundarias y con dos trazos las principales.
E. Finalmente se reduce a conceptos breves o palabras claves lo esencial del tema. Para ello se puede recurrir a la técnica de rodear con un círculo la palabra clave o la frase que resume el sentido del texto. También se puede realizar un subrayado más intenso sobre los conceptos fundamentales.
F. Ahora se necesita volcar toda esa información en un esquema. Para ello existen varias técnicas, aunque todas ellas deben contener los mismos elementos:
a.
Título del esquema, suele coincidir con el la totalidad o parte del título
del tema o texto.
b.
Estructura del texto, que contendrá tantos elementos como ideas principales
hayamos extraído del texto.
c.
Escribimos una idea principal por cada elemento de la estructura del texto.
A veces conviene utilizar palabras propias porque facilitan el recuerdo.
d.
Finalmente incluiremos los datos concretos o palabras extraídas del propio
texto.
4. Tipos de esquemas:
De árbol. Está estructurado jerárquicamente como un árbol invertido, porque primero aparece la raíz, que suele coincidir con el título del esquema, después el tronco o ideas principales y finalmente las ramas o ideas secundarias. En algunos programas informáticos de Diseño Gráfico aparecen aplicaciones que facilitan realizar los esquemas de árbol, se denominan organigramas.
Radial. La palabra clave se coloca en el centro del esquema y las ideas
principales, las ideas secundarias y los datos concretos se unen a través de
flechas. La ventaja de este modelo es que se puede utilizar todo el espacio que
hay alrededor de la palabra principal o del título general del esquema.
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